sábado, 31 de julio de 2010

Anecdotario de nuestro escribidor

Por Mi Mamá

Tengo tantas cosas que contarles que no sé por dónde empezar. Creo que les gustaría conocer algunas anécdotas del escribidor (como dice mi hijo) de este blog:

Nuestro amado y querido escribidor (porque todas lo amamos y todos lo quieren… por su blog lógicamente… verdad?) cuando nació fue un bebe hermoso (y lo sigue siendo... lo de hermoso) Pesó 8 libras y algo, midió 54 cms. Más blanco que la leche, ahora para quienes lo conocen es negrito… el futbol lo tiene así. Se me olvidaba, fue parto sin dolor... y gracias a Dios hasta ahora no me ha dado dolores de cabeza… exageró cuando escribió lo de 8º. Año. Bueno volviendo al tema, empecemos:

1. Era tan blanco que a su querida madrecita Yaneth, cuando el bebe tenia 4 mesecitos se le ocurrió darle un paseo en coche a pleno sol para que se bronceara un poquito, lo único que logró... adivinen: una insolación. Ya imaginan.

2. Como toda madre cuando su bebe tiene 6 meses quiso darle huevito (de gallina) tibio, como lo recomienda el pediatra, pero mi escribidor no recibía el huevito, hacia todas las caras del mundo menos la carita feliz y obstinada porque mi bebe comiera huevito, le obligué a comer forzándolo… resultado: a mi amado escribidor le dio alergia (se puso rojooo... le salió un brotecito -popularmente salpullido-) conclusión: jamás le volví a ofrecer huevito. Por lo tanto, madres: NO obliguen a sus hijos a comer lo que no quieren... no sabemos las consecuencias.

3. Tenía Julián 2,5 añitos, fuimos a pasar semana santa a Silvia (Cauca)... la tía como sabía que no comía huevo, por molestarlo le ofreció:

Tía: Julián ¿quiere huevo?
Julián: Tiii
Tía: Como lo quiere, frito, revuelto, tibio
Julián: Fitooo

La tía le pasó una cacerola con el huevo frito

Julián: Nooo, ati nooooo
Tía: Entonces ¿cómo lo quiere, revuelto?
Julián: Tiii levuelto

Otra vez la tía le pasa un huevo revuelto

Julián: Nooo ati nooo
Tía: ¿lo quiere, tibio?
Julián: Tiii, tibio

Ya la tía le estaba siguiendo el juego, le pasó uno tibio

Julián: Nooo ati nooo
Tía: No jodas, vos no comes huevo...

Hasta la fecha no sabemos que entendió él por huevo o si por el contrario le estaba MG a la tía... jajaja

4. Estaba en el jardín (entiéndase por colegio… no jardín de rosas), tenía más o menos 3 añitos, el abuelo lo llevaba y lo traía acaballado en sus hombros. Cuando empezaron a hacer trazos en un cuaderno, nuestro escribidor llegaba a casa y sacaba su cuaderno, lápiz, borrador, sacapuntas, etc. (toda la miscelánea que tenia en su maletín) y empezaba a rayar, escribir (según él) Un buen día le pregunta al abuelo:

Julián: Pato (Pacho... así le decimos al abuelo) ¿cómo se escribe oto?

Abuelo: ¿Oto? ¿Un señor que se llama Otto?

Julián: Nooo... otttooo

Abuelo: ¿Otro? ¿Otro señor? ¿Otro carro?

Julián: Nooo... otttooo (ya medio impaciente)

Abuelo: ¿Oto? ¿Un señor llamado Otto? ¿Otro asiento? ¿Otro carro?

Julián: Nooo... Pato... otooo… EL ANIMAL

Abuelo: ahhh... OSO...

Julián: SIII, Pato... OTOOO, EL ANIMALLL...

Jajaja que se hace entender, se hace entender... desde su niñez.

5. Cuenta su abuela que al otro día del Halloween, tal vez tenía Julián 3 años, se encontraba con su hermanita de 7 años (en esa época) y empezaron a distribuirse los confites que les habían dado el 31 de octubre, la hermana repartía uno y uno, uno y uno… cuando se terminaron las golosinas, le dice Julián: venga veo yutetita... y trataba de levantarle el vestido (ella sentada estilo buda, en el piso) Nooo Julián. Él insistía... hasta que ella levanto la falda un poco y debajo tenía encaletadas (escondidas) más golosinas.

Conclusión: nuestro escribidor no se deja meter gato por liebre... jejejeje, es muy observador... NO DICE NADA PERO PONE UN CUIDADOOO!!!

6. Nunca dejó que mi peluquero en ese entonces le cortará el pelo. Tenía 4 años y una vez lo obligué, Norberto –el estilista- medio lo rayo haciéndole los llamados cortes, luego continuo Norberto conmigo. Estaba Norberto en su labor: poniéndome bella, y llega nuestro escribidor, tira a mi peluquero de la manga del pantalón, él lo mira y Julián le dice: Nolbeltooo… ¿CIELTO QUE UTE QUIELE SEL MUJEL? No se imaginan lo que sentí… que vergüenza, me puse pálida, me vi trasquilada o tal vez calva.

Yutetita (como él llamaba a su hermana de 8 años) lo saca del salón y le explica diciéndole que eso no se pregunta. Acto seguido Norberto me dice: LOS NIÑOS SIEMPRE DICEN TODA LA VERDAD.

Me quede muda, aún pienso si fue SU VENGANZA POR OBLIGARLO A QUE SE DEJARA PELUQUEAR DE NORBERTO… Investígalo Vargas... jejeje

7. De 6 años (nuestro escribidor), viajé con él a USA (no es por picármelas de que estuvimos en USA de vacaciones), su hermanita había viajado un mes antes. Llegamos a inmigración del aeropuerto Kennedy (si mal no recuerdo así se llama), fuimos a línea (fila) preferencial por el niño, todos sabemos que en muchos países los niños, adultos mayores, mujeres embarazadas no hacen línea (fila). En nuestra LINDA COLOMBA ya estamos tomando esta cultura.

Continuo: en inmigración me hicieron una serie de preguntas ¿Qué va a hacer en los estados unidos? ¿Piensa trabajar? ¿Cuidar niños? ¿Trae drogas? Etc. Al final me preguntan cuanto tiempo se va a quedar en los Estados Unidos, contesté un mes, el tiempo de mis vacaciones y Julián empinado y sosteniéndose con las manitas dice: Nooo, un año. Sentí un frio que recorrió todo mi cuerpo, me puse pálida (como nos meten tanto miedo cuando decimos que vamos para allá) pensé ahora nos devuelven y no voy a conocer New York, mi ilusión desde niña cuando empezaron a emigrar mis adorados primos

Pero gracias a Dios no pasó a más, seguro el gringo no lo escuchó, de lo contrario, ilusiones frustradas jejejeje. Después entendí que no se hubiese perdido mucho porque el mundo es igual: las mismas calles, casas, carros, almacenes, ropa, sale el sol, la luna, llueve, etc. Aún así me encanta viajar.

8. ¿Recuerdan el terremoto de Armenia en 1999? Tenía Julián 7 años, noticieros van, noticieros vienen, en uno de ellos pasan la imagen de una mujer que sacaban en camilla en ropa interior y dije: Pobrecita, seguro se estaba bañando. Y contesta nuestro escribidor: O HACIENDO EL AMOR. Me quedé perpleja, le contesté, solo atiné a decirle: si papi, es posible.

Nunca jamás me imaginé que mi hijo de 7 años pronunciara esa frase. Ya imaginan que alcances puede tener ahora… cuídense chicas.

9. La cooperativa de trabajadores de la empresa donde laboro. Ayer precisamente cumplí 29 años, no de mi existencia, 29 años de hacer parte de tan prestigiosa empresa, la cual amo, de veras, tengo millones de razones para amarla, lástima que en dos años y medio tendré mi retiro (por pensión) digo lástima porque me encanta lo que hago, me siento a gusto, pero ese será otro tema ¿verdad?

Continuo, la cooperativa cada año organiza las vacaciones recreativas para los niños menores de 15 años. Pues no se imaginan, a nuestro escribidor todos lo recuerdan por juicioso, por respetuoso, por acomedido, por charlatán y, porque organizaba partidos de futbol en los pasillos del famoso Hotel Intercontinental de Cali. Adicionalmente pedían pizza a domicilio en una de las pizzerías de la ciudad ¿Se imaginan ustedes llegando un domicilio al hotel intercontinental de una pizza mediana para 15 tipo una de la mañana? Jajaja… ahora a me rio, pero en su momento que vergüenza, eso fue con llamada de atención y todo por parte de las directivas de la cooperativa.

Al preguntarles por qué no la pedían en el mismo hotel, la respuesta fue ‘porque era muy cara y no nos alcanzaba la plata’… financistas ¿verdad?

Ahora les explico: uno de los programas era pasar una noche en dicho hotel, llegaban tipo 10 a.m. y regresaban el día siguiente tipo 5 p.m.

Uy, esta crónica se extendió… la última para que sean 10 y no se me duerman leyendo y digan que chévere que escriba de nuevo la mamá del hijo de Yaneth… mmm ¿será?

Esta es mundial, algo larguita para explicar al detalle, por eso la dejé de última:

10. Desde el año 1971 -lo recuerdo bien por aquello de los VI Juegos Panamericanos que se celebraron en nuestra ciudad- conocemos una familia que vive a la vuelta de nuestra casa, hoy por hoy nuestra amistad es de aquellas que muy pocas personas tienen la dicha de conservar.

Cuando nació nuestro escribidor, como se les narré al principio, era y sigue siendo hermoso, por lo tanto mis amigas (las de dicha familia) lo llaman MUÑECO. Por hermoso, no solo físicamente, sino por su manera de ser y ver la vida.

No eran las 8 de la mañana y ya estaban ellas en mi casa organizando maleta para llevarlo a su casa, tenía su madrecita (Yaneth) que irse con él para allá, hasta caer la tarde (tipo 7 p.m.), era y sigue siendo la adoración de dicha familia. Tan es así que aún almuerza y come (comida) allá. Este preámbulo para empezar con la anécdota.

No recuerdo cuantos años tenía nuestro escribidor, tal vez 2 años, porque no estaba aún en el jardín infantil al cual ingreso de 2,5 años.

Una mañana se fueron al supermercado (me refiero a mis amigas, Julián prácticamente vivía allí, solo venia a casa cuando yo lo buscaba después de mi trabajo) para hacer la remesa de la semana, quincena o mes, no sé. Se lo llevaron, mercaron, llegaron a casa, bajaron todos los paquetes. Eran más o menos las 10 a.m. y después de media hora se preguntaron ¿donde está muñeco? así le dicen…

Nadie sabía y en ese momento habían como 7 personas adultas en esa casa grande (de las de ahora 40 años, no como las de hoy que tiene que salirse uno para que entre el otro), los buscaban por toda la casa, debajo de las camas, alguien levanto el mantel de la mesa del comedor no: está allí, salieron a la calle, vinieron a mi casa a preguntar por él (solo estaba la señora que me ayudaba, su hermanita en el colegio, yo en la oficina), todo el vecindario lo buscaba.

A la abuela de mis amigas le empezó taquicardia, a la mamá de mis amigas se le subió la presión ¿donde está MUÑECOOO? De lo que si estaban seguras era que había llegado a casa con ellos cuando regresaron del super, estaban todos desesperados. Unos buscando por el barrio, otros atendiendo las abuelas de mis amigas con taquicardia y presión alta.

Después de media hora 45 minutos llegó un tío de mis amigas a casa y le contaron, él dijo hay que llamar a Yaneth, se disponían a llamarme cuando el tío tomó una silla del comedor del espaldar para retirarlo de debajo de la mesa y sentarse. Oh sorpresa, el asiento estaba pesadito. Cuando levantó el mantel y se incorporó un poco… Sorpresa, muñeco estaba allí , acostado a lo largo de dos asientos del comedor con cara de PICARDIA Y RISITA BURLONA.

Se imaginan el muy MALOSO, sabía que estaban desesperados por él y se quedo allí quietecito… concluyan ustedes.

Yo me enteré por la noche cuando llegué de mi trabajo. ¿Se imaginan que me llamen y me digan el niño o muñeco o como fuera, se perdió? por Dios, .no estaría contándoles el cuento… seguro me hubiese INFARTADO.

Queridos amigos, espero les haya gustado el anecdotario de nuestro escribidor, quedaron algunas, pero estas son las que me han impactado.

Le he solicitado a mi hijo que no le cambie nada, asumo los errores de ortografía y redacción, la idea es que él lo lea cuando lo tenga en su blog.

Quiero expresarles mis agradecimientos por ser fieles lectores del blog “EL HIJO DE YANETH”, a todos las personas que atendieron el llamado de mi hijo para la celebración de este primer año, muchas, muchísimas gracias.

A MI HIJO, muchas gracias por ser como eres, una persona transparente, con visión clara de lo que quieres para tu vida… no cambies para mal, cambia para mejorar.

Por último quiero dejarles esta frase para que la pongan en práctica en su diario vivir: Señor, guía mis pasos, orienta mis pensamientos y controla mi lengua.

Un abrazo de OsO para todos y DIOS LOS BENDICE.

La mamá de “EL HIJO DE YANETH”

N. de la R.

El hijo de Yaneth no encuentra adjetivos para calificar este texto. Mil gracias, mamá

viernes, 30 de julio de 2010

Donación de Órganos

Por Yuceth Hernández

Inicio este post citando a una de mis docentes de la universidad que un día sabiamente me dijo lo más difícil de escribir es enfrentarse a una hoja en blanco. Y eso es precisamente lo que me sucede siempre, aun que sepa sobre que escribir, se hace más complejo el asunto cuando no tienes un tema especifico.

Cuando mi adorado hermano me comento sobre el especial de aniversario de su blog y me hizo una invitación poco formal a escribir de cualquier cosa, me puso una tarea difícil, pensé durante 20 días sobre que iba a escribir. Inicialmente me pareció chévere contar sobre como es ser la hermana del hijo de Yaneth, pero me parecía que tenía que escribir sobre muchos aspectos que seguramente las personas que se han dado la oportunidad y tienen la fortuna de conocer al gran personaje que es Julián Darío Hernández Trujillo les sería muy aburrió, así que decidí aprovechar esta oportunidad para escribir sobre algo que me parece realmente importante.

El fin de semana tuve la oportunidad de asistir a un evento muy importante que hace parte de un excelente proyecto de sensibilización sobre la donación de órganos. Cumpliendo con mi labor de cuidar la vida resolví rotundamente escribir sobre este tema que es algo espinoso y mitológico en nuestra sociedad.

Soy profesional de enfermería y a lo largo de mi carrera he percibido que alrededor de este tema existes muchísimas dudas y una de ellas es: ¿Cuál es el objetivo de donar órganos y tejidos? una de las principales razones para donar es poder salvar la vida de 55 personas que se pueden beneficiar de mi cuando yo ya no exista, es por eso que estoy totalmente convencida de querer hacerlo.

En países desarrollados como España, con una tasa de 34 donantes por millón de habitantes, anualmente se realizan miles de trasplantes, logrando que muchas personas se beneficien y tengan una mejor calidad de vida.

En Colombia, por el contrario, gracias a la mala información que día a día inunda en nuestros medios de comunicación, solo hay 9 donantes por millón de habitantes. Mientras tanto hay personas que mueren día a día esperando que la familia de un potencial donante tome la decisión de ayudar.

Hay vida después de la vida. Tengo el orgullo de contarles que soy hija de un hombre trasplantado hace mas de 15 años, gracias a la decisión de una familia que pensó que donando los órganos de su ser querido iba a mejorar la vida de otros, fue de gran ayuda, sin ellos mi papá tal vez no existiría; y si existiera, sin riñones no tendría la calidad de vida que tiene ahora, porque vivir no es solo estar haciendo presencia en este mundo sino saber vivir. Poder ser feliz, independiente, sin ningún tipo de limitaciones.

Espero que muchos de ustedes comprendan lo que significa tomar la decisión y sepan que en nuestro país el manejo de la donación de órganos y tejidos no es un tema improvisado, que existen profesionales en salud entrenados para darle manejo, físico y psicológico en torno a esta sabia decisión y sobre todo que la ley en Colombia lo legisla, lo controla y vigila.

Tome la decisión, hoy es por otros, nunca se sabe cuándo es por usted.

Entérese más sobre este tema en http://www.ins.gov.co/?idcategoria=1228.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

miércoles, 28 de julio de 2010

Doña Josefa

Por Enrique Guzmán

Son las 11:48 p.m. de mi último sábado de vacaciones; es un día tan pero tan pero tan aburrido que parece un domingo sin futbol, un domingo santo, una vaina así.

No salí y no me importa no haberlo hecho. Mi hermana y mi cuñado se fueron para cine y no me invitaron. No es un reproche, ni los culpo: la mayoría de las veces me llevan, era justo que esta vez salieran solos. Que no se encartaran con su violinista de cabecera.

Por mi parte, y a pesar de todo, me siento estúpidamente feliz. O sea, estoy feliz, muy feliz y no sé por qué. La situación no lo amerita: estoy vaciado, le debo mucha plata a alguien (menos mal me estima porque de ser otro no me imagino que hubiera hecho ya); me queda solo un día de vacaciones, perdió el equipo de mis amores, cada vez tengo menos amigos, cada vez le caigo mal a más gente, me he vuelto más grosero, más sarcástico, más irónico, más mala persona.

No obstante, Lo peor de todo es que eso me hace feliz; no el deber plata, ni que mi equipo pierda; lo otro es lo que me gusta: ser sarcástico, mala persona, no salir, no tener amigos, etc. Eso me hace feliz, estúpidamente feliz –cosa que me alegra, es un buen síntoma, confirma que al menos no soy emo. Sobre todo porque soy crespo y supongo que conocen el chiste acerca del emo crespo-.

Lo único que he comido durante el día es pan. No almorcé porque me levanté tardísimo y en la noche no me había dado hambre, hasta ahora, muy a las 11:50 de la noche, hora en la que probablemente ningún chuzo de comidas rápidas está abierto. Lo único disponible para comer que tengo cerca es pedirle un turnito a Lina –una ex novia puta que vive por aquí- pero hace poco la vi y está bastante gordita, ya no esta tan buena como cuando salía conmigo. Pero esa es una historia que no vale la pena mencionar.

Tengo hambre, mucha hambre y sé que no voy a poder aguantar hasta las 4:00 a.m. –hora en la que regularmente me acuesto-. Voy a la pieza de mi mamá y como quien no quiere la cosa le comento que tengo una pisca de hambre –no sin antes poner mi característica cara de ternero-. Ella vacila un poco, me regaña por no haber comido y me dice que pida algo a lo que ella llama ‘Los Vikingos’

-¿Qué es eso? –Le pregunto- yo conozco los bikini, los veringos, pero ¿Los Vikingos? Ni idea

-Ay, hombre, ahí donde usted pide la lasaña

-¿Dónde? Má ¿Los Vikingos? No, ni idea, de verdad –yo ya sabía a qué sitio se refería, una pizzería por aquí cerca que se llama Bambino’s, pero yo quería recocharla

-Ay, ahí, ahí, donde usted pide la pizza ¿no se acuerda? Que traen domicilios y todo –como la noté un poco brava dejé de joderla y me fui a pedir mi lasañita

-Ah, ya, ya. Bambino’s má, Bambino’s

-Bambino’s… Vikingos… eso es la misma cosa. Pídase una lasaña para usted y una porción de pollo con champiñones para mí

Ahí me fui por el teléfono y llame a pedir lo mío

-Aló –contestó la vieja

-Sí, buenas ¿de dónde me contestan? –pregunté porque se me hizo raro que no contestaran con un ‘Bambino’s Pizza buena noche’

-¿A quién necesita?

-A Bambino’s

-No, don Bambino no vive aquí

-Que pena

Colgué y me quedé pensando ‘¿Qué habrá pasado?’ ‘si yo marqué bien’ ‘Que raro’

-Aló –yo había vuelto a marcar

-¿Bambino’s Pizza?

-¡Que no, hombre! –Me dijo en un tono bastante grosero- Aquí no vive ningún Bambino

- Que pena, señorita –la pobre viejita se lo habría tomado como un cumplido, de pronto, pero en realidad me estaba burlando- ¿en serio eso no es una pizzería?

-¡Que no! –A la pobre ya le iba a dar un patatús- ¿Por qué insiste?

-Pues porque ese es el número al que siempre he llamado –yo también me estaba sulfurando- Vieja setenta hijueputa

Colgó.

-Aló –volví a marcarle

-Perdón ¿de dónde me contestan? –me parecía imposible que hubieran cambiado el numero de teléfono en menos de dos semanas

-¿A dónde está llamando?

-¿Ese es el 332 24 24? –ahí, en ese momento, cuando mencioné en voz alta el numero, caí en cuenta que no era 24 24 sino 22 22

De inmediato colgué y ahí si marqué el teléfono que era: 335 22 22. Pedí lo que tenía que pedir en medio de una fuerte batalla contra mí mismo para no soltar ni una carcajada.

Luego no pude contener la risa, pobre viejita, ella toda inocente y yo insultándola. Aun así no me arrepiento, se lo merece por grosera.

Hace poco no tenía nada que hacer y volví a llamarla, estaba ocupado, y por más que lo intenté no pude comunicarme con doña Josefa –como cariñosamente la apodé-.

Lo único cierto y que yo a esa pizzería llamo muchísimo por domicilios y, conociéndome como me conozco, muy seguramente voy a hundir el dedo mal un par de veces. Quién sabe qué Josefa me contestará…

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de ´El hijo de Yaneth´, especial que culmina el sábado con la publicación del texto de la mismísima, famosísima e inigualable Doña Yaneth.

PD: El hijo de Yaneth apoya la causa de la Twitterton, por el momento no estoy en la capacidad de hacer un aporte económico, solo puedo ayudar pidiéndole a mis lectores que ingresen a http://twitterton.blogspot.com/ y se enteren de que se trata (no se aceptan sumas simbólicas).

lunes, 26 de julio de 2010

La década prodigiosa

Por Carolina Ruiz

Tengo 30 años y medio y me encanta, porque gracias a ello mi infancia (no yo) se desarrolló en una década prodigiosa, la de los 80, donde ser 'boleta' no era un pecado sino una bendición. Por eso agradezco a mis papás el no haber aplazado el 'gustico' unos años y haberme traído al mundo un diciembre de 1979.

Lo que soy, lo que no soy y lo que pretendo ser, se lo debo en parte a esa época. Cómo olvidar que gracias a Menudo, al General soy la reina de las coreografías. Que no hay fiesta en la que no suene el Meneíto y salga como loca a encabezar la fila, o salida de 'plancha' en la que no me baile 'Claridad' de Menudo o 'Don Diablo' de Miguel Bosé, eso sin contar esas maravillosas canciones que se quedaron olvidadas en alguna rockola como "ahí va Villa, arriba, arriba Pancho Villa... ohohoho" y que bailaría sin problema alguno.

En mi memoria también están esas noches en las que mis padres me permitían ver televisión hasta tarde y, con un ojo en el pasillo del apartamento y otro en la pantalla, veía El Show de Benny Hill pensando que era lo más atrevido que había. Claro, tiempo después las Hinojosa se encargaron de quitarme la venda de los ojos.

Tampoco podré olvidar la libertad que de niños teníamos. Viví (y lo poco que crecí) en una unidad que tenía en el exterior zonas verdes en las que jugábamos sin temor alguno. Corríamos de un lado a otro, atravesábamos con tranquilidad la cancha para ir a la tienda más lejana a comer sandi (creo que algunos le dicen 'boli') al escondido, pues nuestras madres nos decían que estaba hecho con agua de caño.

Además, hago parte de esa generación de transición que disfrutó jugar con muñecas, escondite, ponchado; que tembló cuando el primer novio se atrevió a besar una mejilla y que tomar la mano del chico era algo así como alcanzar el cielo.

Pero también soy de esos que tuvo acceso a los primeros videojuegos (#yoconfieso que el único que jugué fue Atari 2600 porque mi motricidad fina me impide manejar controles con más de un botón), que usó máquina de escribir para luego pasar al flamante computador y que gracias a eso hoy chapucea en ese mar de tecnología.

No me imagino creciendo en la década de los 90 o en el caótico 2000, donde la timidez está en vía de extinción, donde los cachetes solo se ponen rojos cuando los pintas con rubor, donde el reggaetón es una especie baile maldito que resultó peor que nuestro baile prohibido (La Lambada que llegó, pegó y se fue).

Digo orgullosa que gracias a Los Cariñositos, Los Pitufos, Jem, Nubeluz, La Abeja Maya, El Capitán América y muchos más, aun conservo cierta ingenuidad, cierta ilusión que me hace buscar siempre ese lado bueno que hasta villanos como Gárgamel tenían, así estuviera bien escondido.

Por eso, como escribí arriba, lo que soy se lo debo en parte a esa década prodigiosa. Así que cualquier reclamo, piropo o sugerencia #laculpaesdelos80.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

sábado, 24 de julio de 2010

La imprudencia del látex

Por Diego Romero

Siempre fui obligado a vivir como un niño más grande de lo que mi edad indicaba, primero, porque era más alto que todos los niños contemporáneos, y segundo, porque fui hermano y primo de la mitad y yo no me iba a “mariquear” con primos menores, no señor, yo me juntaba con los grandes, los que fumaban (así solo les prendiera sus cigarrillos), los que jugaban parqués con aguardiente hasta la madrugada (así no tomara, ni entendiera cómo soplar en el juego), los que hablaban de “la paja” y de las musas que inspiraban el acto (así pensara que la paja picaba mucho); así no entendiera, yo debía estar ahí.

Gracias a esta personalidad de niño grande, el día que a mi hermano mayor le hablaron sobre sexo, yo estuve allí a la edad de 6 años y fue nuestra madre, Doña Luisa, quien se apoderó del tema con gran madurez, a pesar de que actualmente escuche las palabras “clítoris”, “teta”, “pene”, “Kamasutra” y “sesenta y nueve” y suelte una carcajada nerviosa.

Creo que a ella nunca le enseñaron sobre sexo tal y como ella nos enseñó a mi hermano y a mí:

– Felipe, Diego, esto es un condón y sirve para prevenir embarazos no deseados y para evitar enfermedades mortales –dijo una nerviosa madre.

Así empezó la demostración, mientras Doña Luisa rompía uno de los cientos de empaques dorados que mi papá guardaba en el cajón de su escritorio y que, hasta ese día, tenía entendido que eran chicles –chicles que a él no le gustaba compartir con sus hijos, motivo por el cual no solo sentí mucha ira, sino que casi a diario buscaba la forma de encontrar la llave del cajón para sacar un preciado dulce–. Tocamos el látex, tratamos de entender su forma y función, sonreíamos de curiosidad mientras Doña Luisa sonrojada decía:

–No les dé pena por un condón, es algo muy común e indispensable en toda relación, cuando dos personas se quieren lo usan regularmente.

Nosotros no sentíamos pena, sentíamos curiosidad, no entendíamos su funcionalidad, lo que sí entendimos era que si mi papá y mi mamá lo usaban debía ser bueno. Mi mamá miraba el condón y seguía sin parar su discurso:

– Hijos, su vida estará llena de tentaciones, las cuales serán mucho menos peligrosas con un condón.

Es decir, caigan en la tentación, pero caigan de pie.

Luego de diez minutos de manoseo y discurso mi hermano mayor interrumpió al decir

– Ya, ya no más, ya entendimos que sin este caucho no podemos vivir, pero ¿en qué dedo lo usamos?

Ante la pregunta, mi mamá soltó su característica risa de bruja y respondió:

–Negrito, eso se usa en el pene.

Yo interpelé:

– ¿El pene es el mejor amigo de las chicas? Eso dice mi abuelito Julio.

– Este… sí… mmm… no, –respondió rápidamente Doña Luisa– el pene es lo que ustedes llaman “pituche”. El pipí, pues.

– Ahhhhh, así sí, dijo mi hermano.

Obviamente, lo primero que hice fue medirme por encima del pantalón el condón, luego hice el mismo acto con mi hermano, que no podía hablar de la risa y que cuando tuvo aliento le dijo a Doña Luisa:

–Mamá, para qué nos muestra este “rondón”, si no nos queda bueno.

****

Mi madre nunca supo, a pesar de las mil insistencias nuestras, responder por qué había intentado enseñarnos sobre sexo siendo tan pequeños. Creo que su deseo por educar y ser una buena madre pudo más que la lógica que dictaba nuestra comprensión. Ese mismo día, como usualmente hacíamos, fuimos con mi hermano y mi mamá a comprar arepas de maíz sin pelar con queso costeño al Carulla de Pablo VI, yo compré mi acostumbrado cómic y mi hermano su acostumbrado chocolate de 12 piezas, y al momento de pagar mi madre sacó un billete de 500 pesos que estaba rodeado por un extraño objeto de color blanco. La cajera y el señor que empacó lo comprado miraron a mi madre desconcertados, mientras ella, ruborizada, soltó la carcajada más extraña que alguita vez le escuché y yo inmediatamente le dije a la cajera:

–Señora: no tiene por que sentirse mal, eso es un condón y se utiliza en las relaciones de amor, pues con ese aparato que huele a bolsa vieja a usted no le transmiten a un bebé. ¿Cierto mami que eso es necesario? Mi papá tiene un montón en el escritorio, aunque se le han ido acabando, es que mis papitos se quieren mucho. Desde que usted respete, lo demás es el condón. Mami ¿por qué no le regalamos ese a la señora? De pronto le sirve. Señora: ¿Usted tiene novio? ¿Usan condones?

Desde ese día he sido el imprudente de la familia.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

viernes, 23 de julio de 2010

Coincidencias desafortunadas

Por Paula Andrea Calderón

Hay un corredor blanco, estoy corriendo completamente desnuda y cubierta en sangre. Ese hombre me persigue pidiéndome que regrese, que le entregue todo lo que ellos necesitan…

Como siempre, Lorenzo, el enfermero del piso me despierta, estoy teniendo una de mis acostumbradas pesadillas, esas que hace mucho tiempo no me dejan dormir, si hubiera sabido que todo iba a terminar tan mal no lo habría ni intentado.

Soy Lorena, una vez más, estoy en el baño de Mistif, la disco del momento, dándome un “pase” para poder sobrellevar otra perra noche, mis amigos me esperan afuera, no quiero salir; estoy aburrida de andar con los mismos fantoches de siempre, los amigos de la U y los hijos de los amigos de mi papá, todos “niños bien”, pero en verdad son seres despreciables.

Entró Adriana, la hija de doña Susana, costurera de barrio, esta desesperada por que no encuentra droga, el hombre que le pagó esta noche para estar con ella, no le quiere facilitar la “dosis” y ella sabe que sin ésta no logrará continuar con su trabajo; es bien pago, pero apenas esta empezando. Roberto, un hombre involucrado en la trata de “blancas”, le pagó sus “teticas”, y esto le dá más prestigio en el medio de las prepago.

Lady, la pelada que limpia el vomito de una vieja que entro antes, está aburrida de recoger los regueros que dejan los borrachos todas las noches, el vomito de las borrachas, la mala puntería de los hombres en los orinales, el asqueroso ambiente que se respira en esos desagradables baños de disco, pero al ésta ser disco de la “high”, no pueden dejar que en ningún momento se vean mal, ese, es el trabajo de ella, una chica que al quedar huérfana se vio obligada a trabajar en lo primero que le ofrecieran, Don Eloy, el dueño de la disco, fue lo único que le pudo dar.

Allí estamos las tres en ese baño, cada una viviendo su desgracia. Me acerco a Adriana, no sé por que, pero algo en ella me atrae, le ofrezco un poco de coca. Lady se acerca a ver que pasa, me ayuda a levantar a Adriana del piso y nos lleva a un sitio donde ella tiene acceso, detrás de la disco, para que las tres podamos tomar un poco de aire fresco.

Ya un poco recuperadas aparece Gabriel, uno de mis amigos, esta hablando por celular. Tratando de escuchar que está diciendo, me doy cuenta que se le daño un negocio y necesita una vieja para que le ayude, -ese cliente esta perfecto y tiene buen material, pero sin la vieja no se puede hacer nada-.

Adriana también esta escuchando, cuando Gabriel cuelga ella se acerca a hablar con él. Un poco precavido, Gabriel me pregunta si yo la conozco, le digo que si. Él la mira fijamente y comenta que es perfecta para el trabajo, pero que igual necesita apoyo, por lo menos otras dos mujeres. Lady y yo nos ofrecemos a colaborar. Yo siempre supe que Gabriel estaba envuelto en ese negocio, de allí había conseguido toda la plata con la que le construyo una casa a su mamá y con la que invitaba a todos a rumbear, además que estas salidas le ayudaban a buscar futuros "donantes”. Camilo, la actual víctima era un tipo de unos 35 años, muy deportivo, sano, estaba celebrando su despedida de soltero con unos amigos en Mistif. Gabriel ya tenía las viejas para el trabajo, pero ellas habían tenido un inconveniente y no podían llegar a tiempo. Las tres estuvimos de acuerdo en hacer el trabajo. Lady se iba a poner una ropa que tenía guardada, Adriana iba para donde Camilo y yo estaba preparando mi carro para irnos. Luego de una media hora, Lady y yo llegamos a la mesa donde estaba Adriana con Camilo, ya había mucha confianza entre ellos, Adriana nos presentó como si nosotras fuéramos pareja. Camilo puso cara de hambre, claro, Adriana le había propuesto que tenia dos amiguitas y estaban por llegar, además, tenían ganas de juguetear esta noche. Los 4 nos dirigimos al carro, arrancamos. Gabriel ya nos tenía lista una casa cerca de la disco donde estaba todo preparado; un cuarto con todo para que empezáramos a seducir a Camilo, una copa con licor con algo que le habían agregado para que la victima quedara dormida. En un baño cercano, había una tina llena de hielo dispuesta a recibir a Camilo después de la “operación”. En otro cuarto estaba el médico, el duro. Nunca nos revelaron quien era el man, si alguna llegaba a verlo no viviría para contar el cuento. Todo iba muy bien, Lady y yo estábamos besándonos, Adriana le pasó la copa a Camilo, el olio la copa. No sabemos como el sintió un olor extraño en la copa, ese olor. Grito, dijo que esto ya lo había escuchado, un amigo lo habían cogido unas viejas, lo habían drogado y luego se había despertado en una tina llena de hielo, sin riñones. Empezó a gritar, Adriana se tiro encima de él, Lady saco un revolver de algún lado y le apunto. Ella me miro asustada, las dos nos habíamos dado cuenta que no había balas, si ese man se daba cuenta las podía matar a las tres. Camilo empezó a gritar que no lo mataran, que lo dejaran ir, que tenia una niña de 8 años. Allí recordé el día que iban a robar a mi papá, cuando el gritaba al frente mió, “no me maten ella es mi hija”, yo por dentro quería gritar que lo mataran, si era necesario, yo mismo lo mataba y a mi mama también, ese desgraciado me violaba desde los 6 años y mi madre nunca dijo nada por miedo a quedarse sin plata. Cuando volví a la escena, vi a Camilo y me imagine a mi padre, cogí un candelabro de metal que había al lado mió, le partí el cráneo, le pegue hasta que sus sesos salpicaron en mis zapatos. Adriana y Lady se asustaron un poco, pero luego entro Gabriel, preguntando que había pasado, lo único que atino a decir al ver aquella escena fue: -Carguen rápido a este marica antes de que se nos dañe el resto, yo me hago cargo del cuerpo, váyanse que yo las contacto después para lo de la plata-. Salimos las tres, Adriana tomo un taxi y yo lleve a Lady a su casa.

Salieron varios trabajos, Gabriel nos pagaba muy bien. Adriana ya no se estaba prostituyendo, en cambio, ya tenia 4 niñas que hacían el trabajo, ella solo trabaja con Lady y conmigo, además de cobrarle comisión a sus niñas. Lady estaba empezando el proyecto de su propia disco, estaba quedando muy bonita. Yo ya había logrado irme de mi casa, me acababa de graduar y ya estaba trabajando en mi primera película. Todo pintaba muy bien en el negocio que habíamos iniciado las tres, una que otra vez hubo inconvenientes con las victimas y yo era la encargada de “aplastarles la cabeza” disfrutaba cada golpe, me desahogaba pensando en mi padre.

Un día Gabriel nos llamo, había un negocio bueno y fácil. Dos pelados flaquitos, feito y con cara de nada, lo habían llamado para que les consiguieran un trío de peladas que le hicieran un show. Eran las victimas perfectas para tres profesionales como nosotras.

Adriana, Lady y yo llegamos a la casa donde nos habían citado a todos. Estábamos listas para entrar en acción, cuando uno de ellos, sin darnos cuenta le disparo a Lady en la cabeza, luego grito: -Quietas par de hijueputas que ustedes son las próximas, ¡necesitamos lo suyo!-

Se llevaron a Lady, todo lo tenían que hacer muy rápido. Ellos nos desnudaron, nos tocaban, estaban apunto de violarnos. Entro Gabriel, les dijo que ya habían terminado con Lady, que pasaran a la que seguía. Ellos se acercaron a Adriana, ella forcejeo y uno de ellos saco una navaja, le corto el cuello. Quede totalmente cubierta con la sangre de Adriana. Se la llevaron, yo era la próxima, no sabia que hacer. En un descuido de ellos logre salir por la puerta, ellos empezaron a correr detrás de mi, no podía entender lo que decían. Encontré una puerta entreabierta, la empuje y fue horrible lo que vi. Pedazos de Lady estaban tirados a un lado listos para ser empacados. Adriana en la mesa de operación improvisada con el vientre y el pecho totalmente abierto y mi papá con el corazón de Adriana en la mano.

Luego de eso no supe nada mas, solo que me falta un riñón y estoy encerrada en este manicomio, nadie me cree, dicen que sufro de bipolaridad y que nada de lo que digo es cierto.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

miércoles, 21 de julio de 2010

Suit Drims

By Gonsalo Balderrama Moonera

Me gusta tener pesadillas. Sé que no es una característica muy común; pero también sé que no soy el único que la posee. Me gusta porque están llenas de imaginación, efectos especiales, tramas dignas de thriller, acción y aventura. Los sueños (los bonitos), en cambio, sólo contienen edulcoración y surrealismo rococó… y, para rematar, queda uno con la sensación absurda de que podrían tener “significado”.

Una de las tantas frases agudas del comediante estadounidense George Carlin dice “¡Qué aburrido es oír a alguien contándonos un sueño!”… y sí. En cambio, cuando alguien nos cuenta una pesadilla o se la contamos a otro, el escalofrío, la angustia, el desespero y el padecer ajenos se retransmiten de mente a mente.

Porque la pesadilla tiene ese elemento primigenio de los miedos básicos y fundamentales del ser humano: la muerte, el hambre, la desnudez, la soledad, la pobreza, el abandono, Jota Mario presidente, la desposesión. Lo horripilante de las pesadillas no suele ser estética, sino el hecho de sentir tan palpables los fantasmas internos, causados por un rayón vital… o por una bandeja paisa con jugo de guanábana, ingeridos quince minutos entes de echarse a dormir.

Pesadilla… ¡Vaya oxímoron físico! Pesada, pero leve, como una toneladilla, como un Led Zepellin. Pesadilla: nightmare, en inglés; que, traducido literalmente, significa “yegua nocturna”. Debe ser porque, cuando la padeces es como si un caballo hembra se te parara en el pecho; o como si cabalgaras al reino de Nuncajamás, a pelo, sin riendas, siendo víctima del lado oscuro de tu inconsciencia.

Lo peor/mejor de las pesadillas es precisamente eso: que se trata de nuestra propia imaginación, jugándonosla. Nadie más que nosotros mismos aporta los elementos macabros-delirantes que puede haber en ellas...

Pero, a la larga, con el paso de los siglos, el inconsciente colectivo ha ido creando diversos clichés y lugares comunes que estandarizan la pesadilla promedio…

La persecución: algo siempre tiene que estar tras nosotros; algo amenazante, feo o sencillamente antipático. La persecución incluye un elemento infaltable: la huída imposibilitada, en la cual las piernas no dan, ya sea porque algo pegajoso nos adhiere al suelo; porque nuestros movimientos los maneja un editor perverso que nos hace desplazar en slow-motion; o sencillamente porque el suelo está inclinado 45º, y por más que estiremos las patas, el avance es mínimo… y el monstruo asesino, ahí, respirándonos en la nuca. En mi caso, es recurrente el esquema de la puta puerta que no se cierra, a pesar de mis múltiples intentos. Algo suele pasar con la cerradura, que impide estar a salvo. Hipnos es malo para la cerrajería. Por lo tanto, me veo obligado a forcejear con la cosa persecutora. Las pesadillas se la llevan con la seguridad hogareña.

La muerte: o nos matan, o matamos, o presenciamos a alguien muriendo o siendo cadáver. Según los sueñólogos, la muerte soñada refleja la posibilidad futura de un cambio extremo (no necesariamente estético); pero ¿por qué siempre tan fea? Pues porque nuestra consciencia está siempre cochina; y no puede evitar darnos su cara más honesta. Son populares el balazo, el ahogo o la lapidación con berenjenas.

La suciedad: las locaciones donde se desarrollan estas escenas cinematográficas (porque en eso se convirtieron las pesadillas, luego de que el cine fue inventado/contemplado por la humanidad) por lo general se rodean de mucha mugre, desperdicios, agua de cloaca, lluvia estancada, heces, orina, vómito, sangre y telarañas. El director de arte del departamento onírico gusta de la antiestética… ¡Lo veré arreglando la escena para la siguiente toma!

La academia: este sector, aunque, para algunos, no sea pesadillesco, para todos los demás, que sufrimos, en la adolescencia y juventud, con tareas y exámenes del Infierno, años después, replicamos en nuestros sesos aquel padecimiento gratuito… y protagonizamos la peor de todas las pesadillas: que estamos de regreso en el colegio, y nos enteramos de que hay que hacer una tarea de la que no teníamos ni idea… o que hay que presentar un examen de una materia a la que nunca asistimos… ¿Por qué, cerebro, por qué?

Animales bravos: perros, marranos, culebras, tarántulas, mandriles, pulgas ebrias… De todo hay en la viña del Señor de los sueños. Nos atacan porque sí; y son bocatto di cardinale para psicoanalistas, que insisten en que se trata de símbolos de las ganas de tirar tan tremendas que reprimimos en la vida cotidiana. Si eso es así, ¿las pesadillas de Nacho Vidal son con pollitos?

Desnudez: Usted sale a la calle y, porque sí, resulta que desaparecen pantalones/falda y calzoncillos/cucos; pero le toca permanecer en público. No hay manera de ocultar la genitalidad; y, si usted es hombre, puede incluir erección involuntaria. En el mejor de los casos, Hipnos le da licencia para taparse las güevitas. Lo peor/mejor de todo es que ¡a nadie parece importarle!... ¡Hipócritas!

Por encima de todo, lo bueno de las pesadillas es que, de todos modos, hay alivio real cuando de ellas te despiertas. En cambio, cuando despiertas de un excelente sueño…

N. of the R.

El previous text fue gruiten exclusively para the anniversaseishon of our blog. What is written dasen reflect the Yaneth’s son editorial thoughts.

lunes, 19 de julio de 2010

Don Apolo

Por Andrés Meza Escallón
http://apoloduvalis.blogspot.com
http://twitter.com/ApoloDuvalis

- Ella: Vamos a pagar a la caja
- Yo: listo.
- Ella: Buenos días.
- Cajera: Buenos días señora. Son $12.000. ¿Le empaco todo en la misma bolsa?
- Ella: Sí, gracias. Hasta luego.
- Yo: Buenos días.
- Cajera: Buenos días joven. Son $5.000.
- Yo: Gracias, hasta luego.

La escena se repite una y otra vez durante años en restaurantes, supermercados, almacenes de cadena y puntos afiliados a la red multicolor. La constante: a ella, mi novia de ese entonces, siempre le decían “señora” cuando a mí (que no siempre era evidente que iba con ella sino que pasaba por cualquier otro cliente haciendo fila) siempre me decían “joven”. Y claro, yo me burlaba porque tenemos la misma edad. De hecho soy seis meses mayor que ella.

La verdad no me extrañaba. Desde niño siempre tuve cierta afinidad con la gente mayor que yo. De hecho las únicas mujeres a las que yo les gustaba eran mayores que yo. El hecho es que me acostumbré a ser considerado el joven de los parches hasta que empezamos a salir con los amigos de mi novia y sus hermanas, que eran más o menos de nuestra misma edad.

Cuando terminamos, gradualmente dejé de frecuentar el parche de mi ex y ahora es un milagro enterarme de su vida por el carelibro cuando se casan o tienen un bebé. Los amigos de mi edad emigraron todos a estudiar al exterior y tal vez no vuelvan. Y me encontré con que mis amigos y amigas mayores ya estaban casados y con hijos, o sea que sólo tienen vida social con otras parejas casadas y ojalá con hijos.

Así que sólo me quedaban algunos amigos menores que yo. Evidentemente, entre ellos rara vez era conocido por mi nombre sino por apodos como “el anciano”, “Profesor Farnsworth” o “el hombre bicentenario”. Y por el lado de las niñas era todavía peor: aparentemente hay una ley todavía no conocida por la Física que indica que todas las solteras de Cali son menores de 24 años, así que parezco condenado a que me miren cual viejo verde cuando piso TinTinDeo o un teatro.

Hasta que llegó twitter. Obviamente el promedio de edad de los trinadores caleños difícilmente supera los 28 años, pero al menos para salir ya no dependo de la gente de mi edad (que una vez llegan a la casa de trabajar ya no los sacan si no es con un reb-bull y una orden de la Fiscalía). De hecho, dependo de @ranaberden y @vik407 para sentir que estoy con gente de mi edad, ocasiones de regocijo en las que me invaden lágrimas de felicidad.

Y claro, tenía que pasar. En alguna reunión de trinadores me encontré con Julián (el hijo de doña Yaneth), quien parece ser el profeta de una nueva era en la que ya no volveré a ser conocido como “joven” sino como “Don Apolo”. Ahora me siento como el propietario de un chuzo de comida abierto las 24 horas o la cara visible de un negocio de strip tease.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

viernes, 16 de julio de 2010

Toma la iniciativa

Por Karen Abello

No sé si tiene que ver con la crianza que recibí o lo protegida que siempre he estado por mi papá que, aunque suene un poco machista de mi parte, generalmente he pensado que para iniciar una relación o un coqueteo, el hombre debe ser quien dé el primer paso; sin embargo, hace muchos años me decidí a “insinuarle” a alguien que me atraía, recibiendo sólo una gran carcajada por respuesta (no es literal, pero así lo sentí).

Lo anterior, me permitió confirmar mi hipótesis de que nosotras nunca debemos decir nada de lo que sentimos hasta ver un ligero “bien pueda” por parte del susodicho… ¿me equivoco? Seguro más de uno me va a decir que sí, pero es algo que tiene mucho que ver con cómo te sientes y lo que los hombres nos proyectan.

Hoy, después de varios años siguiendo al pie de la letra esa ridícula hipótesis “confirmada” por mí cuando aún era una adolescente, y de darme cuenta, con la experiencia que puedo tener, de que no es cierta, creo que es hora de volverlo a intentar y tomar la iniciativa.

¿Por qué lo digo? Hay varias razones:

1. No tiene nada de malo que una mujer diga lo que siente. Nosotras también queremos, también nos antojamos, también sentimos deseos, no somos de palo y los hombres no son los únicos con derecho a llevar las riendas de algo.

2. Cuando esperas tanto, a veces lo que haces es alejar. Si ellos no se deciden es posible que la razón sea porque nosotras mandamos señales equivocadas y lo que hacen es entender todo lo contrario a lo que queremos. Recuerdo que alguien por quien moría una vez me dijo que nos cuadráramos y yo hecha la “inteligente”, lo único que hice fue nunca responder y hacer caso omiso a su propuesta. ¡Ja! más arrepentida para dónde. Se alejó y poco tiempo después encontró en otra lo que yo no le di L

3. Siento que a ellos también les gusta ser conquistados. Un almuerzo preparado por nosotras, una que otra palabra bonita, quizá un chocolate o cualquier cosa que se nos ocurra que les puede gustar, los hacen que, por lo menos, se tomen unos minutos del día pensando en nosotras. Que levante la mano el caballero que opine lo contrario.

En resumen, lo más importante aquí es tomar la decisión de hacerlo, tener seguridad en nosotras mismas, en lo que queremos, en eso que perseguimos. Decirle a alguien lo que sentimos no tiene porqué significar que somos unas lanzadas (aunque no falta, no falta). Es cuestión de estilos.

A lo mejor no lo vaya a hacer ya, a lo mejor sólo siga mandando señales de humo o tweets al aire (que viene siendo lo mismo) para que #aquiencorresponda, en algún momento, entienda que hablo con él, pero, por lo menos, ya me di cuenta de que no necesito que me digan algo tan directamente como para entender que hay un chance y que lo único que necesito es quererlo. #Hedicho.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

martes, 13 de julio de 2010

Los medios, si el Mundial fuera en Colombia

Por Víctor Solano
http://www.victorsolano.com/
@solano en Twitter

Seguramente ya se han escrito muchas parodias sobre lo que pasaría si el mundial de fútbol se hiciera en Colombia. Yo, a manera de divertimento, chapucearé algunas ideas deshilvanadas de ‘Si el Mundial se hiciera en Colombia’ y tuviésemos que sufrir a nuestros amados medios de comunicación.

Si el Mundial se hiciera en Colombia:

· William Vinasco Ch. sería el locutor oficial de todo lo no deportivo del evento. Ej. Sería la voz oficial de las paradas de los sistemas de transporte masivo, de la voz oficial de las aerolíneas cuando el avión toque suelo en tierras colombianas… “Atención Colooooooooooooooombia. Hemos aterrizado, vendido sea el piso sacrosanto que nos vio nacer en esta tieeeeeeeeerra colombiana, qué bien cómo el piloto se lució en un planchazo inmortal… Graciaaaaaaaaaas por volar por Avianca… Si van a tomar el taxi avisen a sus familias: “No me espeeeeren en la casa”…

· A falta de un pulpo como Paul, una hicotea en peligro de extinción mordería unos dados para echar la suerte de los partidos. Un día después estaría servido en un ceviche callejero en la ciudad sede del Grupo B.

· Otra opción: El gobierno colombiano, para no desentonar con las predicciones del pulpo Paul, haría una licitación en invitación cerrada para asignar una mascota que pronostique los resultados. Las regiones enviarán sus candidatos, pero al final ganará un puerco disfrazado de gacela como parte de la propuesta del Grupo Nule.

· Las delegaciones extranjeras no podrían concentrarse tranquilamente porque tendrían que ir por la mañana a Día a Día o, peor aún, a una cita con JotaMario y por la noche con José Gabriel.

· A la hora de las entrevistas en las ruedas de prensa, Laura Acuña no dejaría hablar a los técnicos y Adriana Tono les preguntaría qué tal les parece como ella canta.

· Vicky Dávila inauguraría una sección llamada ‘La Cosa Futbolística’ en la que intentaría de una vez por todas arrebatarle el cetro a Shakira en eso de las caderas ¡MoviendosÉ!

· Carlos Antonio Vélez propugnaría por la sencillez dialecto-sintáctica-interpretativa-decimonónica del lenguaje deportivo.

· Las encuestas de Nielsen, Ipsos, Napoleón Franco, Gallup y las otras 50 de Colombia darían a #AsiesRicardoJorge como el mejor corresponsal deportivo de la historia, habilitado para los servicios internacionales.

· JJ Rendón será contratado nuevamente, pero como comentarista de RCN para hacer cábalas y como asesor en rumorología por parte de la Federación Colombiana de Fútbol … “Se rumora que en Brasil tienen a un extraterrestre ninja mutante zombie caníbal que se quiere almorzar a los jugadores de Colombia cuando estén en el túnel para salir a la cancha. Para evitar ese problema, es mejor que a Colombia le den de una los 3 puntos de ese partido”…

· Ingrid Betancourt, desde una playa en las islas Seychelles, anunciará en una entrevista de la tv francesa que demandará al Estado colombiano por USD7 millones de indemnización por no poder asistir al Mundial de Colombia y que por esa razón tendrá que verlo desde el paraíso.

· Para la ceremonia inaugural, Jorge Celedón cantará Qué bonita es esta vida, la mejor canción colombiana (que es mexicana) y Shakira cantará ‘Guasca-Guasca’ (que en su momento ya habrá sido plagiada a Los Carrangueros de Ráquira).

· El periodismo deportivo en especial estará de plácemes porque uno de los suyos será Ministro de Relaciones Exteriores: El Ex embajador Édgar Perea, quien haciendo acopio de todos sus argumentos de elegancia diplomática y buen gusto a la hora de vestir, le pediría a los primeros mandatarios asistentes al evento, que lucieran unas camisas diseñadas por él con flores, cuadros, rayas y arabescos eróticos.

· Piedad Córdoba anunciaría que se producirían nuevas liberaciones pero que la única condición que ponen los pacíficos y desinteresados monjes de las Farc es que sea en dos días: En el partido día de la inauguración, un helicóptero descendería en la mitad de El Campín y de allí descendería Piedad con uno de los liberados (podría ser en el minutos 5’ del primer tiempo; y otro liberado en el partido final.

· Ahhhh, otra condición chiquita: Que la transmisión y producción de esos dos partidos y finos y discretos ágapes mediáticos se le encomienden a TeleSUR.

Pero cabe la esperanza de que nos libremos de este oso pardo intergaláctico. Por segunda vez,como antes de tirar la toalla cuando nos asignaron hacer el Mundial de Colombia86, un comité de sabios diría que con la plata para hacer un Mundial podría invertirse en hospitales, escuelas y otras necesidades básicas…

Al final, de todas formas, este país sin memoria, asignará los recursos de tres mundiales para ponerle un domo a Bogotá, pavimentar el río Magdalena para tener una autopista “bien verraca” o para el alcantarillado de Barranquilla… El ganador de ese mundial será el Nulegate y el Contralor será el Doctor Olano.

Pregunta al aire: ¿Qué otras perlas tendríamos en los medios si el Mundial se hiciera en Colombia?

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

lunes, 12 de julio de 2010

Se le murió la madrecita

Por Omar Gamboa

Empiezo agradeciendo a Julián por su invitación a participar en el primer aniversario de su blog. Son pocos los blogueros que tienen la constancia para mantenerse y escribir con la debida frecuencia. Doy fe de eso, que hacía rato no escribía en el mío. Aprovecho también para felicitarlo y desearle otro año bloguero lleno de éxitos. Que siga escribiendo y publicando, incluso en medios escritos, algo que yo no he logrado. Cochina envidia. Bueno, entremos en materia.

Hace unos días tuvimos una charla en la oficina sobre aquella idea de que las cosas son buenas o malas dependiendo de cómo lo veamos -personalmente creo que es cierto, he posteado varias veces al respecto-. En la charla mi jefe -él es quien nos hablaba de esto- nos decía que no sabemos cuál es la realidad de la gente y el por qué reacciona de alguna manera en particular. A veces uno llega de mal genio a la oficina por alguna razón, por algún trancón, porque un taxista -hijo de Dios- se atravesó o alguna otra cosa de esas que nuuuuuunca pasan. O no somos nosotros sino alguno de nuestros compañeros el que llega de malas pulgas. Vamos, le pedimos un favor y el personaje este nos responde con tres piedras en la mano. Yo sé, dan ganas de coger la engrapadora y ponerle unos tres ganchos en la cara, pero cada quién tiene derecho a estar en la mala y nosotros debemos procurar entender. Créanme, sirve. Siempre y cuando la otra persona no se pase de grosera.

El tema es que mi jefe puso el extremo ejemplo de que, quién sabe, si de prooonto un taxista -alma caritativa- nos cierra en plena avenida, puede ser porque se le murió la mamá. Lo primero que dije fue "Huy, está bien. Pero... ¿que se les haya muerto a todos al tiempo? pobres taxistas". Y pobres mamás. Todos los días, cada 3 minutos debe estarse muriendo la señora madre de un taxista de estos -huérfanos indefensos-. Ya me imagino a las señoras echando camándula todas las noches y pidiéndole a San Benito: que "de por Dios, ¡¡que mi hijo no se vuelva taxista!!".

Sí, fue un ejemplo extremo. Muy. Pero sirvió para hacernos (me) reflexionar acerca del tema y procurar alivianarnos más cuando cosas así sucedan. Yo particularmente hice lo siguiente luego de que un hampón del volante de estos me cerró y quedamos en un semáforo (sí, el tarado este ganó 0.3 segundos gracias a su "proeza"). Aproveché y me bajé, fui hasta el taxi y le dije "oiga, señor, deje de cerrar a la gente así que puede causar un accidente". Me regresé a mi carro con toda la calma que pude, cerré con seguro y tartamudeando le pedí a la virgen que este señor no se bajara cruceta en mano. A lo que quiero llegar es que es posible no contra-reaccionar ante una imprudencia de estas. Y no sólo al manejar, también como peatón, como compañero de trabajo, como hijo, madre, primo, novio...

Procuremos estar del mejor humor posible, escuchemos música alegre, sonriamos al triple hp que nos atendió mal y le deseamos que se le mejore el día, o que esta noche sí le den sexo. En vez de responderle mal, terminar de joderlos y de paso amargarnos el día, seamos superiores a eso. Yo no me voy a amargar porque un pendejo busetero con sus 3 neuronas no es capaz de poner una simple direccional antes de cerrarme. De pronto lo enciendo a pito, pero luego sigo cantando a pulmón herido en el carro. Si una gorda me sacó a traserazos de Transmilenio -o del MIO- le digo muy amablemente que Dios le bendiga su doble tracción y que tenga un buen día.

Es difícil, lo acepto, pero no imposible. Sobre todo porque eso se va volviendo un hábito y cada vez es más natural. ¿No conocen a alguien que se la pasa amargado hasta porque el azúcar no le endulzó igual? ¿O al otro que vive cantando y silbando todo el tiempo? Qué bacana la gente así. Ahí les dejo el tema. Me voy a la cocina que este puto tinto quedó muy frío. ¡¡MALDITA SEA!!

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

sábado, 10 de julio de 2010

No te pierdas sin decirme a dónde vas

Por Lizeth León

Que a los calcetines les han salido 'paticas', no es nada nuevo; que el mundo está hecho a medias, me resulta una gran verdad. Se preguntaba Cortázar por la suerte de aquellos que luego de bajar al metro no vuelven a salir y enunciaba, con una razón hoy estadísticamente justificada, que aquél que se adentra a la estación no es el mismo que sale y, en el peor de los casos, ni siquiera regresa. En medio de la confusión parece claro, eso sí, que siempre se pierde la mitad de uno en algún vagón. Nos preguntamos otros, con las razones de la estadística de la casualidad, por la suerte de los calcetines que se sumergen en la lavadora -como los humanoides en el metro-, y que huyen caprichosos o no regresan.

Por ello, aprovecho el espacio que el dueño de casa -el hijo de Yaneth- buenamente me ha otorgado, para transcribir mi carta al calcetín o lo que sería, en el mejor de los casos, un llamado a medias.

Estimada media,

Que me hagas el honor de dedicar a mis trastocados horarios tu más reciente partida y que de repente una lágrima de desespero se cruce por mi cara debiera parecer pago suficiente por la vida arrastrada que has llevado a mi lado. Es verdad que te las arreglas para arruinar mis citas con otros y que me abrumas con tu ausencia allí donde deberías estar. Quisiera huir a una ciudad donde el calor me haga celebrar tu olvido con alguna otra media, pero ahora de ron.

Sé que siempre estuviste muy por debajo de todo lo demás, sobre todo de los zapatos, y que conmigo recibiste un trato a las patadas, pero no te puedes quejar del polvo que te procuraba, tirada en el piso o quizás sobre la alfombra. Dirás que es poco por haber estado tanto tiempo a mis pies, con la abnegación y bajo perfil que sólo a ti te pertenecen. Está bien, te lo concedo. Pero eso no te justifica a asumir pose de Alfonsina y perderte entre las voraces olas de la lavadora. Sé que te he pisoteado y dirás que tu orgullo ya está por el piso; sin embargo, sabes que te necesito. Cuando no estás el frío de tu ausencia me sube por los pies, y entonces no puedo dormir porque nadie duerme con los pies fríos.

En vano te elegí verde esperanza con el pretexto de que es la última que se pierde. Estarás en un festín de prendas con el Unicornio Azul, la sombrilla que dejé en el taxi el jueves pasado, el guante de lana de aquél par que me regaló mi padre y el arete de plata perdido en un sofá en Roma.

Media querida, qué fiel has sido. Cómo soportas el terrible olor, con cuánto sudor has sufrido, has dejado que el zapato te coma impunemente, y aún así dirás que no tengo derecho a pedir tu regreso pero, por favor, no me salgás calceta.

He iniciado una cruzada a favor de tu rescate. Imagina los avisos por la calle con tu imagen y un pie de foto con el letrero de 'se busca' o los clasificados en la prensa junto a la propaganda de tu talco favorito. Sólo espero que allí donde estés no corras peligro, que nadie 'te dé piso' y luego me llamen del mercado negro a pedir el reconocimiento de tu huella. Por favor vuelve a casa, no te pierdas sin decirme a dónde vas.

Vuelve, estimada media. La vida -y el piso- es duro y frío cuando tú no estás. Triste el día en que te abandoné en la lavadora, ese fagocitador de calcetines, sin ni siquiera extenderte un pañuelo blanco, dejándote a la deriva de un ciclo de lavado 'fussy', sin suavizante ni prelavado Vel Rosita.

Siento plañir con el corazón -calcañal- roto los calcetines huérfanos que guardo en el primer cajón del armario. Sí, la nostalgia es una media perdida, en especial si es la media naranja.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

jueves, 8 de julio de 2010

El bellísimo arte de equivocarse

Por Neil Rodrigo Jiménez

En mi día a día encuentro una serie de contradicciones tan inexplicables que hacen que mi trabajo como maestro me motive a seguir pegadito a mis estudiantes. No solo es el espíritu de sentirse “joven” por estar al lado de gente menor, pero en cada semestre que recibo una nueva oleada de juventud encuentro cada vez seres más extraños, no sé si definitivamente la universidad es otro planeta y esos seres extraños de cada salón representan la vida actual, pero si es así que contradictoras sus tendencias.

Y la contradicción parte de un elemento simple: la lectura... uy este man empezó denso porque a Julián se le ocurrió llamar a un profe a escribir... ¿no va a hablar de valores ahora?... Así como Julián disfruta una carcajada de su madre (que bueno sonó eso) uno de maestro disfruta cuando los alumnos leen, cosa que poco pasa. Por eso hace un año, cuando tuve la fortuna de tener a Julián entre estos extraterrestres me comentaba sobre lo que para él era ser el hijo de Yaneth (el bloguero naturalmente, jamás lo vi preguntarse sobre su existencia)... y recuerdo claramente que le comentaba que en mi poca experiencia de blogger veía como los largos textos se convertían en cosa de pocos seguidores y que las tendencias de los nano blogs inundaban la red, a lo cual le deseaba éxito, me comprometía juiciosamente a hacer click cada vez que enviara su “nueva publicación”, pero en el fondo el escepticismo era una constante, ahí empecé a equivocarme...

Recuerdo muy bien que el perfil de Facebook a cada posteo era inundado de “likes” o de comentarios con un apoyo desmesurado cual fans de Enrique Iglesias, o la cara de satisfacción del hijo de Yaneth cuando Mr Samper, gran ídolo de nuevas mentes, exaltó el trabajo de Julián y yo pensaba wow este loco con parecido a Tom Sawyer (por favor díganme que no soy el único, la embarrada es que el Tom Sawyer que me tocó a mí probablemente le tocó fue a Yaneth y no a su hijo y sus fieles lectores) estaba logrando en tiempos record lo que muchos blogueros quisieran con un elemento básico: autenticidad.

Que simple pero brillante camino, recuerdo que cuando llevamos algún conferencista (aka creativo de agencia loco) y manda un madrazo el auditorio estalla en risa, es mas, si a mí se me sale alguno en clase la reacción es similar. Llegué a pensar que esas historias llenas de MIO, llenas de circuncisión e incluso de visceralidad por una experiencia propia no eran elementos programados para satisfacer un público, era el reflejo de un ser que no resultó tan extraterrestre sino mas bien un referente. Ahí creo que dejé de equivocarme y seguirlo desde su mirada. Y que interesante, porque los que conocemos a Julián sabemos que no es un alter ego de El hijo de Yaneth, no es un héroe de barro detrás del teclado, es el que tuvo los cojones de preguntarle algo a un presidente. Es que él responde de manera acertada y propositiva ante cualquier foro que se presente, y ese mismo es el que tiene el sentido crítico y agudo para hacer de una situación sencilla una historia muy entretenida.

Divertido, incisivo y algo sarcástico, es una combinación que a mí me va bien, afortunadamente son mezcla de aciertos para que podamos seguir disfrutando de estas historias, a las cuales debo agradecer al autor no solo por la invitación a que le eche flores, sino porque al menos hasta ahora no he sido sometido a su acidez en su blog, ya que muchos de los que ahora están leyendo han estado en un pupitre viéndome en otro rol, así que sería un camino fácil, y al hijo de Yaneth jamás le ha gustado eso.

N. de la R.

Mentía yo cuando decía que todos los invitados a participar en el aniversario del blog eran especiales. Si hay alguien verdaderamente especial –a parte de mi mamá, por supuesto- es este señor que acaban de leer. No lo digo como consecuencia de la ‘echada de flores’ que me acaba de hacer, lo digo porque Rodrigo es la persona a la cual más le he aprendido, no solo acerca de mi carrera, sino sobre muchas cosas de la vida en general. Ha sido, es, y seguirá siendo –como alguna vez se lo dije- un referente en mi formación como persona y publicista.

Recibo con humildad estas palabras y agradezco públicamente el haber aceptado el llamado para ser partícipe de este humilde pero sentido especial de aniversario.

martes, 6 de julio de 2010

Mi Paraíso Romano

Por Leslie Singer

En los extraños prejuicios sociales, volver a la casa de la mamá es retroceder, sobre todo si se regresa después de disfrutar los aromas y sabores de la independencia. El enfrentamiento convierte cada espacio de la infraestructura conocida como “Hotel mamá”, en un perfecto cuadrilátero de boxeo, en el que eventualmente habrá un caído. Yo soy una desmovilizada de la soledad, dejé mi vida en Bogotá hace ocho meses y regresé para buscar oportunidades de negocio, después de siete años de liderar mis días con autoridad horaria y geográfica, hoy me levanto a las nueve de la mañana, almuerzo a las 12:30pm y de ser posible tendría un Lo-jack en mis zapatos para ubicarme fácilmente.

Aparentemente todo se reduce a una cuestión de autoridad, la madre es dueña del hogar y se hace lo que ella dicte. Sin embargo, sigo siendo independiente: Mi cuarto funciona a mi manera. Y sí, es mi espacio y puedo organizarlo como quiera…pero nada de clavar cosas raras, pegar el afiche de menudo o llamar a mi amigo el de los grafitis para que se deleite con los cuatros metros de lienzo que es la pared.

Lo cierto es que la independencia es más un estado mental, en la medida que tomamos nuestras propias decisiones, creamos nuestros propios espacios y nos acompañamos de quien queremos. ¿Dónde queda pues ese concepto que retornar es retroceder?, en lo social. Las rumbas y el sexo que se invitan en un apartamento de soltero/a no puede ser igual en la casa de la mamá, sólo imaginen el drama de una madre que se pasee por la casa y escuche par de gemidos en el cuarto de su hijo/a, a estas alturas no pensaría que es una película porno. Y por el otro lado, que incómodo es no poder hacer las “cositas” que a uno le gustan con su pareja por toda la casa o en voz baja, lo que implica un gasto extra: El motel.

Recuerdo la primera vez que fui a un motel. Fui con otra pareja de amigos y no porque estuviera con el afán de integrarme a una orgía donde al final no se sabe qué entra ni qué sale. Estaba muerta del susto, tampoco porque ignorara lo que uno va a hacer allá sino por el personaje. El cuarto tenía tres habitaciones, discoteca, jacuzzi, bar y sala; un lugar apropiado para un juego de paintball urbano, o quizás era a propósito crear la idea de estar follando en el apartamento de Kelly y Donna las de Beverly Hills 90210. La entrada a un cuarto de motel daña notablemente la calentura previa, es que el proceso de especificar qué cuarto se quiere entre la oferta de junior, suite y presidencial y la mirada en la billetera para saber qué alcanza enfría toda emoción adquirida previamente en una restregada con reggaetón, salsa romántica o un par de besitos alicorados. Sin embargo después de la selección, dos besos recuperan la intensidad. Yo entré con los ojos cerrados, me traían arrastrada con un beso y lo prefería así, pero no hay beso eterno ni hidratación que lo resista.

No hubo pelea por el cuarto principal, todos eran iguales. Cada pareja entró a su madriguera y no sé cómo habrá empezado allá pero en la mía querían meter el pan sin calentar el horno, que estaba en proceso pero no a los 280 grados recomendables. El tipo me gustaba mucho y me esforcé por darle instrucciones corporales de lo que me gustaba y entender lo que él quería. Tuvimos que ir al jacuzzi porque necesitaba que el sereno me embriagara o algo extraordinario pasara. No quise pensar cuantas personas se han metido ahí, entiéndase que la idea era revolucionar mi acelerador no apagar el carro. Al momento de sentir lo que me esperaba me dio lástima por mi estrechez, auguraba más dolor que placer y finalmente así fue. Traté por todos los medios de distraer el fin de estar en ese lugar, puse música, baile en el palo (pole) de la discoteca, serví trago, me hice la mareada pero cedí al deseo y conocí lo cerca que está el dolor del placer. Si se preguntan por la otra pareja, pues no la volví a ver hasta que nos fuimos.

Después de perder el pánico escénico de los moteles, visité un par diferentes y nunca igualaron mi primera vez. No he vuelto a ese lugar y no quiero dañar el recuerdo que tengo así haya dado muchas vueltas para terminar follando como todos. De volver a la casa de mi madre, lo que más voy a disfrutar es retomar la aventura de “moteliar”, sin duda tengo mucho por recorrer y cosas por escribir.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

lunes, 5 de julio de 2010

Parola de Unicentro

Por Rodrigo Sandoval

Espere qué horas son, pensó cuando a lo lejos escuchaba que gritaba desesperada su nombre.

-Julián, Julián, venga papito rápido que lo necesito

No mamá no joda, no ahora. Perra vida, no pudo dormir más.

-¿Qué quiere mamá?

-Le he dicho mil veces que me tuteé

-Yo le he dicho mil veces que lo haré recíprocamente, no joda y dígame para qué me despertó

-Mijo se acabó el aceite, estoy haciendo los buñuelos de esta noche

-¿Por qué no los pidió? Usted sí, tan oportuna, como siempre

-No sea grosero, vuele, lo vi

Así era siempre, ella no podía ver un pobre acomodado. También, la señora Yaneth había pasado las duras y las maduras con su hijo. En el colegio cada semana lo llamaban por algo diferente, que había morboseado a una niña, que se había orinado en los pantalones, que había rayado las paredes, que le había dicho bruta a la profesora que lo reprobó en estadística. Julián no veía el problema, para él el negocio era sencillo si no entendía era porque la profesora no se hacía entender, en otras palabras era un fracaso en su profesión, una bruta. Él, típico niño de clase media no tenía intención de esforzarse mucho, tampoco era tanto lo que podía aprender en ese colegio de tres pelos.

Corrió, trajo el primer aceite que encontró en la tienda, peleó con doña Yaneth porque había comprado Z en lugar de Oliosoya. –No voy a ir por allá, yo le dije que estaba cansado-, fue lo único que atinó a decir y se fue a dormir en un chinchorro que había en la terraza del segundo piso. Empezó a soñar cosas extrañas, que comía peces y estos nadaban en su estómago, después que un volcán empezaba a hacer erupción en la Javeriana y que los de la UniValle decían que eso era castigo divino; divina la mamacita que estudiaba organizacional y que se había encontrado el otro día en Unicentro; Unicentro, que hacía ese sitio en sus sueños si por allá nunca iba.

Vamos, vamos, vamos pastorcitos… No espere qué horas son. No habían llamado su nombre, no podía ser que ya hubieran empezado. Se asomó con despreció y descubrió que sí, que había carros. Bien, su mamá lo había dejado por fuera de la novena. No era el benignísimo dios, ni la venerable Santa Maria de yo-no-sé-qué, ni el santísimo niño Jesús, ni nada de eso lo que le interesaba. Él quería comer buñuelo y tomarse un par de rones con el auspicio de doña Yaneth.

Se acomodó la pantaloneta, no quería que la gente se imaginara sus sueños de Unicentro. Se puso una camiseta más decente y un par de chanclas que no estuvieran rotas. Bajó y se encontró con un montón de gente con máscaras y disfraces. Mi mamá ahora sí se enloqueció. Estaban cantando con panderetas. ¿DESDE CUÁNDO HAY PANDERETAS EN ESTA CASA? Gritó su mente y le dieron ganas de ponerse a tocar esa guitarra que con tanto ahorro había comprado y que su mamá escasamente le dejaba usar.

-Julián, papito, que bueno que llegó, vaya y se trae la guitarra y nos acompaña- casi le da un infarto

-Está segura, no me sé ni medio villancico

-Tranquilo mijo, eso agarra la nota rapidito

Salió de la sala, trajo la guitarra, pidió un ron y le dieron un whisky, pidió un pandebono le dieron panetone, algo no estaba bien. Tarareó tutaina y le hizo un par de acordes a la Nanita Nana. Se tomó otro whisky. Decidió ir a orinar. Se mojó, en las piernas sentía gotas caer, pero no estaban calientes, estaban heladas. Nunca había sentido el chichí helado. De pronto también las sintió en las manos, en el pecho en la cara. Se olía, no eran orines. Abrió los ojos, estaba lloviendo. Miró abajo, estaba parolo. Se asomó por la baranda, no había carros. Esperó, bajó a la cocina se robó un buñuelo, se ganó un regaño de su mamá y se metió a la ducha a pensar en Unicentro.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

domingo, 4 de julio de 2010

Sueños satisfechos

Por Marcela Delgado

Los humanos nos movemos por necesidades[1] ya sean fisiológicas, de seguridad, de afecto, de reconocimiento o de autorrealización. Si usted cierra los ojos en este momento, seguramente se percatará que tiene una pierna entumida, o que tiene el cuello tenso o le pica el cachete. Sin embargo existen necesidades no tan sencillas de identificar, o dicho de otro modo, si a veces no nos damos cuenta de las necesidades más obvias (como las filológicas) hasta que el cuerpo pide auxilio, pues existen otras que son completamente imperceptibles a menos que se nos muestren en los sueños, y ahí si nos ponemos a pensar en ellas.

Por ejemplo, en estos días conocí a un tipo físicamente igualito a mi ex (en la personalidad era su antítesis) y por la noche soné que este ex quería volver conmigo. Ahora que lo pienso, no fue un sueño, fue una pesadilla, pues me levanté con la respiración agitada, mirando para todas partes porque no me ubicaba en el tiempo-espacio y me dejó un poco trastornada (tanto que por algo habré escrito este post). Quedé así básicamente porque, en efecto, pensé en el sueño volver con él y durante el mismo sueño caía en cuenta que la felicidad y la tranquilidad que siento siendo soltera es 1000 veces mayor que cuando estaba con él. Es más, ahora sí siento tranquilidad, cuando estaba con él, no.

Cuando me levanté, y después del estupor inicial empecé a pensar en mí sueño y lo que posiblemente me quería “decir”, pues, por mi profesión me es inevitable no obtener un significado de cada experiencia. Empecé entonces a preguntarme ¿para qué había querido que en el sueño este personaje me propusiera eso? ¿Qué había sentido cuando lo hizo? Estas dos preguntas me llevaban a la misma respuesta: yo tenía la necesidad de sentir la satisfacción de decirle a mi ex que NO; necesitaba sentir la satisfacción de rechazarlo.

¿Y cuál sería mi necesidad de sentir mencionada satisfacción? Comprendí que a veces las mujeres (y en general todos los seres humanos, creo yo) queremos en algún momento a alguien a nuestros pies, queremos un príncipe que haga cualquier cosa por nosotras sin que uno mueva un solo dedo. Comprendí también que, como no tengo a ese “príncipe”, me tocó inventarme uno por medio de un sueño, así tristemente fuera representado por mi ex.

Ahora que sé lo que quiero y de qué manera puedo darme gusto, podré dormir tranquila. Aparto a mi ex de las posibilidades de repasar y me entrego por completo a disfrutar de la tranquilidad de mi soltería, ya podré satisfacer mi necesidad de rechazo con cualquier otra opción que quiera venir a irrumpir con esta felicidad.

Para más información sobre sueños:
http://www.fupsi.org/VIIcongreso/EL%20TRABAJO%20CON%20SUE%D1OS%20DESDE%20EL%20ABORDAJE%20GESTALTICO.pdf

LINK:
[1]
http://es.wikipedia.org/wiki/Pirámide_de_Maslow

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

viernes, 2 de julio de 2010

Citas no citables

Por Nicolás Samper

Un sinónimo de idiotez en el ser humano es el de chuparse el dedo gordo de la mano. No en edad infantil, donde las taras corren libres, sin necesidad de ser trancadas por convenciones sociales y profesoras con alma de institutriz alemana en la Segunda Guerra Mundial. La inocente risa de un niño matizada por los mocos colgantes en una piscina, las costras como elemento comestible y el pulgar arrugado oliendo a pegante de sobre de manila de tantas babas acumuladas, son adorables en los niños –ojalá los de uno, no los de los demás-.

Lo de chuparse el dedo gordo de la mano en personas adultas, con vello en el cuerpo y con actividad sexual frecuente- resulta ser una vergüenza. No es divertido ver que alguien que tiene derecho a votar en elecciones presidenciales se porte como un niño de esos que aparecen en los cuadros de Omar Gordillo. ¿Para qué chuparse el dedo?

Me mostraron una foto de una mujer que me iban a presentar para salir. Fue en el 2001. Una amiga en común decidió hacer el cuadre. Pensó que podíamos ser el uno para el otro. Y en el fondo se sabe que los amigos no siempre hacen bien la labor de Cupido, a pesar de la buena fe. Me pasaron una foto y ojo que era linda. Muy. Era Polaroid la foto, pero no importaba. Realmente prometía mucho. Quedamos de comer un viernes en la noche mi amiga, el novio, la idealizada señorita y yo.

En el trayecto que duró el viaje desde mi casa –lugar donde me recogieron- al restaurante, la mujer no se sacó el pulgar de la boca. Ya no era tan bonita como en la foto de la polaroid, tampoco. No hablaba, no musitaba ruido, apenas un “ejeeeeeeeem” o “ajaaaaaam” enredado entre babas y pulgar cuando yo le decía que qué cosa jodida lo de las Torres Gemelas o que las pastas en el Sol de Nápoles eran deliciosas –y perfectas para quitarle la pendejada del dedo con par palitroques, aunque preferí callar este pedazo-.

La comida fue té para tres aunque había cuatro tazas en la mesa. La disidente seguía degustando falange con falange sin hablar. Aunque su cara de culo era innegable, estaba claro que no era por el rico sabor de su dedo. Seguro yo no era lo que ella, una mujer de hoy, de mundo y que se chupa el dedo esperaba –no puedo negar que fantaseé un poco con su poder de succión, pero pudo más el embejuque por su grosería-. La cita desde su inicio fue un aborto mal practicado y ya no estaba tan bonita como en la foto. De ser perfecta se había convertido de repente en un gamín de Gordillo. Y ni siquiera. No sonreía. A sabiendas de que nada iba a estar peor, me arriesgué a confrontarla, a denunciar su tara:

-Oiga ¿y usted qué es la pendejada de chuparse el dedo toda la noche?

Respondió:

-Sólo me chupo el dedo cuando estoy aburrida.

“Ah vieja de mierda”, fue lo único que pensé. Con semejante patada en el hígado, había que reaccionar, ojalá de manera grosera y jarta, como lo hice yo:

-No, yo cuando estoy aburrido, me largo.

Y me fui, no sin antes decirles a mis amigos, aquellos que no tuvieron la culpa, que yo no iba a cambiar el plan de ver fútbol por tener a semejante imbécil a mi lado. Al espetar la palabra “imbécil”, la mujer se volteó y se sacó el dedo de la boca. Creo que se sorprendió y diría que para bien. Es como si ella se hubiera sentido atraída por ese acto patán, tal vez eso buscaba: la seducción del macho cafre, el rejo que tanta falta le hizo cuando estaba en pañales. Pero ya era tarde, mientras la gamincita de Gordillo parecía reaccionar, yo ya estaba en plan de chuparme el dedo.

Nunca tuve una cita tan mala. Para reformar gamines está Papá Jaramillo. Yo paciencia no tengo y menos para soportar a una mujer con los dedos derretidos y verdosos –yo me como las uñas, ya sé lo que es eso-. Creo que estuvo mejor así. Nadie sabe si con el tiempo la niña de la Polaroid hubiera sacado un tetero en la velación de un tío o –como los niños idiotas que les duele cambiar la mica por el inodoro- pidiera en un bar a gritos desde el baño que le limpiaran la cola porque hizo popó.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

jueves, 1 de julio de 2010

Primer año

Como lo dije alguna vez –en la publicación ‘Génesis’ para ser más exactos- ‘El hijo de Yaneth’ nació con el único propósito de demostrarme a mí mismo que yo también podía ser un escribidor medianamente exitoso. Alentado por ‘Charlie Andriu’ –amigo, publicista y ex director de mi carrera- y ‘Andrea’ –la prepago que escribía en SoHo- me embarqué en esta difícil tarea de pretender entretener por medio de las letras, o morir en el intento.

A pesar de ser un hombre con grandes metas, mis aspiraciones con el blog eran demasiado bajas. Nunca me había enfrentado a un papel en blanco, nunca había demostrado interés alguno en escribir, nunca y óigase bien, nunca les había contado sobre mi vida a personas que ni siquiera conozco.

Mi plan nunca fue contar anécdotas de mi aburrida, predecible y cotidiana existencia. Yo quería tener un blog como dios manda: con fotos en 3D, videos de toda clase, porno, imágenes chistosas, artículos de opinión, porno, entrevistas exclusivas, películas pirateadas, ¿ya dije porno? todo eso. Lo que pasó fue que al ver que era un petardo para la tecnología –ya lo sabía, pero quería confirmarlo- entendí que esta vaina me iba a quedar algo grande.

Entonces me apegué a una de las pocas cosas hago bien: hablar mierda. Lo reconozco, no sé por qué dios me mandó tan particular talento, me conformo y desde aquí abajo le agradezco, al menos me mandó alguito: ahí como para que me defendiera como pueda.

Desde la primera publicación, el blogsito tuvo gran acogida. Recuerdo que una vez alguien me dijo que yo podría ser un diamante en bruto –lo de bruto lo tengo desde chiquito, no hay ninguna novedad en eso- y que si seguía con el mismo entusiasmo seguramente algún día sacaría un libro, libro que ella compraría, libro que por ahora no está ni remotamente entre mis planes. Pero bueno, se le abona el apoyo.

‘El hijo de Yaneth’ me ha traído muchas alegrías: no se imaginan lo mucho que disfruto oír reír a mi mamá cada vez que lee una entrada. Ella en su cuarto, yo en el mío, apago el televisor, le bajo todo el audio al computador y me dedico a contemplar sus carcajadas. Para mí no hay premio mayor que ese.

Nunca he querido dármelas de gracioso; mi intención nunca ha sido ser el creador del mejor blog del mundo, el que todos leen, el que recibe no-sé-cuántas visitar diarias. Por el contrario, prefiero dejarle eso a otros, no me interesa incluirme en disputas sin sentido. Mi mamá ya me dijo que este era el mejor blog que jamás haya existido en la vida, y para mí eso es más que suficiente.

Mi intención –citando a Andrés Caicedo- “es dejar un testimonio, primero a mí de mí, luego a dos o tres personas que me hayan conocido y quieran divertirse con las historias que yo cuento, aunque sean familiares míos, no importa, quiero escribir aunque sea mal, aunque lo que escriba no sirva de nada”

Hace exactamente un año, en una tarde como la de hoy, en este mismo cuarto, sobre esta misma cama, en el mismo computador, comiendo pandebono y sentado de la misma manera como estoy ahora que escribo esto, inicié esta aventura que no sé hasta cuándo durará ni a donde me llevará.

Por lo pronto espero seguir escribiendo con la misma alegría y entusiasmo con el que he venido haciéndolo desde el principio. Espero que sigan disfrutando mis textos tanto como yo disfruto escribiéndolos. Ustedes saben que toda crítica, toda corrección, toda madreada es siempre bienvenida, y, en el mejor de los casos, respondida.

Los dejo con este especial de aniversario que durará todo el mes. De antemano muchas gracias a quienes respondieron mi llamado y a cada uno de quienes son lectores de este humilde blog, puede sonar muy Jota Mario pero de verdad: sin ustedes probablemente esto no sería ni la mitad de lo que hoy es y representa.

Gócense este especial, no es porque sea el mío pero en serio está demasiado bueno. Tenemos invitados de gran talla y sus artículos son geniales. Quedo eternamente agradecido con ellos.

Mil y mil gracias.

PD: espere mañana el divertidísimo texto que Nicolás Samper escribió en exclusiva para nuestro blog.