lunes, 19 de octubre de 2009

Metí la pata

'The old man' crónica de El hijo de Yaneth destacada en http://www.soho.com.co/Home.aspx

¿Qué se siente estar enyesado? Debe de ser como bacano decía yo.

Siempre me ha gustado el futbol y todos lo saben, es mi pasión, mi religión, mi todo. Desde que tengo memoria -o uso de razón, como sea-; recuerdo que siempre he jugado futbol, bien o mal, la verdad ya ni me importa, pero siempre lo he hecho, desde chiquito.

Al Fi (recuerden que se lee fai) le debo muchas cosas, entre ellas, mi pasión por el futbol y por el Cali. No tengo como agradecerle, gracias a él soy hincha del mejor equipo de Colombia –y no pienso discutirlo con nadie-. Es tanto lo que le tengo que agradecer, que lo que merece menos gratitud es el hecho de no haber sido hincha del América, eso no se lo hubiera perdonado.

Al glorioso Deportivo Cali entré a la edad de 7 años, duré muchos años allá, jugué cualquier cantidad de partidos, cualquier cantidad de torneos, y nunca me pasó nada. Exceptuando una vez que estaba malito del estomago y me cogió la diarrea en pleno entrenamiento.

De ahí pasé a jugar en el Limonar, un equipo que quizá nadie conozca pero con el que conseguí muchísimos triunfos, y sobretodo, donde madure futbolísticamente. Allá tampoco me paso nada grave, y eso que siendo 91 jugaba en la categoría 89, o sea, jugaba contra manes –en su mayoría oscuritos- dos años mayores, 20 cm más grandes y 50 veces más acuerpados.

Al contrario de muchos quienes también dicen jugar futbol, siempre fui consciente de que es una profesión muy difícil, y que llegar a ser profesional es casi imposible. A no ser que uno fuera lambón con el presidente del club, o que el papá de uno fuera intimo amigo del mismo. Yo, gracias a Dios no tengo ni lo uno ni lo otro, es decir, ni tengo papá –aunque mi mamá es una excelente papá-, ni tengo un pelo de lambón –antes me hacia el lambido de vaca en el pelo, pero no viene al caso.

Así pues, tomé la decisión de estudiar: uno no puede ser futbolista y profesional a la vez. Solo pocos lo logran, y eso que a medias: o es un pedo jugando, o un mediocre en el estudio; o ambas, que es lo más factible. Lo que sí se puede ser: es futbolista y ladrón al mismo tiempo, de hecho muchos hacen ambas cosas de una manera admirable.

Sin desviarme del tema, cuando me decidí por el estudio me tocó retirarme del futbol. Por fortuna, sin ninguna lesión grave hasta ese momento.

Hace dos años y medio me fui a jugar futbol con los compañeros del colegio, así casual, como cuando uno va a jugar futbol con los del colegio a una cancha sintética. Aprovecho para hacerles la cuña: nunca vayan a Tiro de Esquina (paso ancho con 70) el servicio es de lo peor.

Estando allá, todo parecía normal.

¿Por qué siempre las cosas ‘parecen normales’ antes de que pase algo grave? No lo logro entender. Sin ser la excepción, aquel parecía un juego normal.

El hermanito del paisa, quien jugaba en el otro equipo, llevaba el balón por la banda izquierda, tomo impulso, saco fuerza de donde no la tenía el enano ese y le pego al arco.

Yo, dándomelas de Andrés Escobar –que grande fuiste Andrés- corrí lo más que pude para interceptar el balón. El esférico viajaba a media altura, así que estire mi pierna izquierda con tan mala fortuna que el balón me pego en toda la puntica del pie, haciendo que este girara endemoniadamente unos 180 grados. El resultado: esguince de tobillo tercer grado. La consecuencia: 25 días enyesado, otros cuantos en recuperación y toda la vida jugando con venda.

No lo podía creer, nunca me paso nada cuando jugué competitivamente, para que me viniera a pasar jugando una recochita, y de esa manera tan absurda.

No obstante, hace poco me volvió a pasar lo mismo, un Deja Vu que llaman.

El día parecía ser normal, esta vez fue jugando un torneo en la empresa de mi madre. Todo iba bien –entre comillas porque íbamos perdiendo-, ese día fue mi mamá, había hecho gol y hasta estaba jugando calidoso. De repente, un marica ahí me levantó; al car, el pie derecho se me quedó pegado al piso y se me dobló.

No me retiré. Seguí jugando por tres razones: por huevón, porque me encanta jugar futbol y porque sabía lo que me iba a pasar. Efectivamente a los dos días que fui al médico me enyesaron.

Fui tarde por cuatro razones: por huevón, porque me encanta el futbol, porque sabía lo que me iba a pasar y porque tenía la esperanza de que esto se me curara por obra y gracia del espíritu santo –si concibió a María, ¿Por qué no habría de curarme el tobillito?

El resultado: esguince de segundo grado y un ligamento roto. La consecuencia: dos semanas con yeso, otros cuantos en recuperación y toda una vida jugando vendado.

Aquí estoy con mi pata enyesada, caminando l e n t i s i m o, esperando que Chris me haga el dibujo y bañándome con chuspa.

¿se siente bacano estar enyesado? Saquen sus propias conclusiones.
Por lo pronto procuraré no seguir metiendo la pata.

***

BONUS TRACK: veo indignante que El Tiempo hubiera echado a Claudia López, me pareció muy cobarde de su parte. ¿esa es la libertad de prensa que tanto alegan? periódico de pacotilla.

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3 comentarios:

  1. Que buen sentido del humor, hermano felicitaciones, siento que comienzas a tener un perfil de escritura, a manejar un estilo propio, a contar las cosas a tu manera, claras, sencillas y con ese toque julianistico!! =D

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  2. Lo entiendo todo. Es como cuando yo hago alguna entrega y tengo que cortar algunos materiales con sierras de todo tipo y perforarlas con taladros, etc. y nunca pasa nada; y luego voy y me corto con unas tijeras abriendo una bolsa de leche... cosas que uno nunca entiende. :/
    Muy de malas y muy buen post.

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  3. Ahhh todavía tenés pulseras? yo quiero :(

    Y no no no no no mucha bola! Uno esas lesione debe hacerselas revisar de inmediato!!! precisamente por amor al futbol.... que tal que te lo hubieran prohivido por siempre?

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